Promesa cumplida
Un día como hoy tome un decisión
que marco mi vida por completo, y esta decisión se remonta a varios años atrás,
con mi padre que me mostró lo bonito de una carrera espectacular, y también
(aunque nunca me lo dijo) las desavenencias que ella acarreaba.
Lastimosamente mi padre falleció cuando yo aún era un niño,
pero tal como le dije durante nuestras conversaciones, cumplí mi promesa e
ingresa a la Escuela Naval, y es así que un 4 de marzo de 1994 conocí la
verdadera Marina, una vida difícil para un joven que recién salía del colegio,
un poco irresponsable y perdido en un mundo tan distinto a él.
Aún recuerdo el primer día, veía
a todos mis compañeros listos a enfrentar los nuevos retos pero con cierto
temor a lo desconocido, claro alguno con cierta experiencia se sentía
tranquilos, pero ese no era mi caso, aun así debía cumplir con lo propuesto y
si quise irme, dejar todo y largarme, y realmente quien no se le ha cruzado esa
idea por la cabeza en algún momento, porque tener que aguantar todas esas
dificultades, podría vivir una vida tranquila sin tantas exigencias que a esa
temprana edad no entendía muy bien y aunque algunos cedieron ante la presión su
vida jamás seria la misma porque una vez dentro la Escuela Naval se graba en tu
corazón, la vida militar se incrusta en tu vida diaria siendo el punto de
inflexión hacia una madurez inevitable y así poco a poco te das cuenta de lo
que tienes y comienzas a valorar cada nuevo día.
Hoy, luego de 25 años de ese
recuerdo, quizás muchos de esos jóvenes no siguen en la carrera pero la
recuerdan con nostalgia, porque son momentos que no se olvidaran jamás, para mí
fue el inicio de esta vida que tal como nunca me dijo mi padre tiene sus
dificultades, tales como estar lejos de la familia y no poder disfrutar los
pequeños momentos que conllevan una convivencia continua con tus hijos, y es
por eso que ahora cada minuto que paso al lado de ellos los aprovecho al
máximo, también me enseño a valorar las grandes pequeñas cosas que damos por
sentadas, tales como disfrutar un lugar cálido para pasar la noche, tener algo
que comer, disfrutar del agua y darse un buen baño, en fin cosas que mucha
gente ni se preocupa porque para ellos es algo natural.
Quizás extenso lo que quise
mencionar, pero difícil resumir un sentimiento, por eso no quiero irme sin
despedirme y agradecer a mis compañeros que dieron alegría a este joven que
anduvo perdido en un mundo nuevo (algunas veces sigo perdido), pero que valora
tenerlos como compañeros y amigos.
También quiero agradecer a
quienes quizá no lean esto pero que son el motivo que me hace continuar cuando
en momentos difíciles a veces uno quiere rendirse, pero sabe que debe seguir
porque a mis hijos Sebastian y
Alessandra lo mejor que les puedo enseñar es a jamás rendirse, buscar una
solución y seguir adelante has alcanzar las metas trazadas sea cual fuere.
Por ultimo solo me queda enviar
un saludo a la inmensidad del infinito,
y es así que quizá mi padre pueda verme y se sienta orgulloso de esta
Capitán de Fragata que cumple 25 años desde el primer momento que sintió una
vida encantadoramente difícil, y gracias por todo lo enseñado, cumplí mi promesa
y seguiré adelante.
Completamente agradecido contigo…
Comentarios
Publicar un comentario